11/13/2007

8/1-A MIS HIJOS





Carta a mis hijos
Ormando, Ariel y Pablo:


Como los extraño y en mi caso
el tiempo
no ha permitido que me acostumbre a vivir lejos,
trato por esta vía estar juntos, así como lo hago
durante todo el tiempo en mis pensamientos.
No se por qué impulsos, a veces,
se extraña hasta
lo que se tiene. La distancia ayuda a la melancolía
y ésta aprieta el alma, sentís empañados los ojos
y una presión en tu garganta, se amontonan en la
mente, en tan sólo un instante, recuerdos de toda
la vida que, al ordenarlos y por un misterio divino,
se impone siempre el recuerdo de mis hijos.
Deduzco entonces que del verdadero valor de los
seres queridos, tomamos conciencia cuando nos
faltan, cuando están ausentes. Los busco y los
necesito, siento que los amo, crece el deseo de
estar todos juntos. El egoísmo no da tiempo a la
mesura, ¡ qué irracional es el amor...! no se puede
cuantificar, no es matemático, no se suma, no se
resta, no se multiplica… se siente en lo más
profundo de uno. Es alguien, un rostro, una imagen
que se adhiere a las paredes del almay nunca la
podes despegar, son ustedes hijos míos.
Al mirar atrás, se ve tan largo el camino transitado,
incierto es el a recorrer. Lamentas entonces sueños
truncados, como el que fue poder ayudarlos cuando
uesen grandes. Busqué siempre de hacer algo más
para cuando llegase ese momento, estar presente y,
…no pude. Pero como la vida enseña, aprendí que
muchas veces uno tiene todo y no se da cuenta.
Medité sobre las cosas que tuve y el valor de cada
una de ellas, las enumeré en orden de importancia
y advertí que la principal y más importante, la
poseo desde un principio hasta hoy, es el capital
más grande: mis hijos.
Esta reflexión me lleva a estar agradecido a Dios,
por el amor que siempre me hacen sentir, a pesar
que se llevó a Silvina y Federico.
Mencioné en oportunidades metas soñadas y,
si
en este caso Papá no les dió nada tangible para
ayudarlos, pagan Uds. por ser menesterosos en lo
material, pero con virtudes que me enorgullecen.
integridad y bondad de vida que categóricamente
reafirman mi juicio al decir siempre que a todos
los hijos se quieren por igual.
Los amo desde lo más profundo de mí ser
con la
misma intensidad a cada uno, con el agregado de
valorar en lo particular aspectos más salientes
que forman parte de la hombría de bien de cada
uno de Uds.
Sé que sienten tanto como yo, la partida de
nuestro querido Fede, el benjamín de la familia.
Creía que el corazón, con los golpes que recibe
en la vida se endurece, ya sufrimos con la
ausencia de Silvina, pero no es así, el mío se ha
quebrado por tanto dolor.
Constantemente pide a mi mano dibuje palabras
como las que componen los escritos que muestro
en este compendio, Pueden parecer tristes, pero
a veces, el dolor es sinónimo de amor.

Papá



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